La Villa de Estepa fue conquistada en Febrero de 1241 por D. Fernando III el Santo, y en Septiembre de 1267 Alfonso X el Sabio la entregó a la orden de Santiago. La villa quedó constituida como uno de los señorios más importantes de la orden en el Valle del Guadalquivir y fue blanco de numerosos ataques por parte de nazaríez y Benemeríes. Por su situación en la cabecera de un amplio sector de frontera, Estepa fue una de las encomiendas Santiaguista que más sufrieron los avatares frontenterizos, de manera que los ataques continuaron produciéndose incluso bastante después de que fuera conquistada la Ciudad de Antequera en 1440. la frontera imponía unas condiciones bastante duras para el desarrollo de las poblaciones que en ella estaban, los cuales se caracterizaban por un aprovechamiento agrario reducido a las tierras circustantes, el predominio de la ganadería y una escasa modificación del paisaje. El futuro de los territorios en ella situados dependía de su capacidad para la guerra, y a pesar de los privilegios de que fueron objetos se poblaron con gran dificultad. Así que, cuando la frontera desapareció tras la conquista definitiva del reino nazarí de Granada, se produjo una verdadera oleada de repoblación que pronto comenzaría a poner en cultivo espacios que por estar distantes del nucleo de la villas, con anterioridad, hubiera sido imposible de sembrar.
El final de la guerra y la conquista de Granada permitieron, por tanto, una mayor disponibilidad de fuerza laboral y sobre todo una mayor ampliación del terrazgo cerealista.
El cierre de la frontera, en definitiva, supuso para las entidades que en ellas se situaban la trasformación de sus economías y un aumento de su población y de su primeros frutos de un crecimiento demográfico en la villa de Estepa, ya que no parece para atraer pobladores, tal como hizo en otros lugares.
La magnitud del crecimiento posterior cuya realidad esta avalada por varios testimonios recogidos en las ordenanzas, resulta muy difícil cuantificar. Pues, en efecto, los datos proporcionados por los libros de visita para final del siglo XV y la primera década del siglo XVI- los cuales ciertamente, deben servir como base de la comparación- se refieren, de manera muy probable, solo al vecindario de la villa, mientras que los que conocemos a partir de 1553 englosan ya al conjunto de la población repartido por las tierras de Estepa.
Debido a la demanda de población, el consejo municipal y algunos vecinos de la villa conocedores del término, deciden realizar las visitas oportunas para el estudio de los terrenos donde se pudiera hacer nuevos asentamiento de poblado.
Los jueces, aunque no compartieron en absoluto la repuestas de sus cualificados asesores, añadieron en su informe de otros testigos que en su mayoría también se mostraron favorables al aumento poblacional.
La declaración más optimista fue sin duda la de D. Francisco Navarrete, quien estimó que se podía aumentar el término en 850 vecinos: 400 en las Quebradas, 100 en Badolatosa 200 en Alameda y 150 en Alhonoz. Tras él, los vecinos de la Puente de D.Gonzalo, D. Diego muñoz y Don Juan de Uceda, claramente interesados en el cresimiento del término estepeño, señalando la cifra de 500 vecinos. Toribio Cabeza, vecino de la Roda, propuso su propia entidad como un núcleo donde la población podría incrementarse hasta 300 nuevos vecinos.
Intereses total menteopuestos son los que parecían guiar al regidor estepeño Don Francisco Melgar cuando declaró que en todo el término de Estepa no hay sitio ni lugar donde se pueda hacer población. El resto de los testigos, D. Luis de Uceda y Don Juán Serrano, no aportaron más datos, afirmando no saber si podrían llevar a cabo nuevas poblaciones. Sin embargo, y a pesar de estas declaraciones, la opinión de los jueces fue contundente: no parece que en los dichos términos de Estepa, ni en ninguna parte de ellos, se pueda hacer población de nuevo, de más de las ya existentes de Pedrera, La Roda y Sierra de Yeguas.
(Libro: La villa de Estepa al final del Dominio Santiaguista; Rosario Garza Cortés).
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