La fiesta del Santo Patrón San Bartolomé:
ya es la Feria de Sierra de Yeguas
En otros escritos y en mis búsquedas particulares de datos, vengo insistiendo en la idea de conocer cuándo la fiesta de San Bartolomé se convertiría en la Feria de Sierra de Yeguas propiamente dicha. Pues bien, el día 17 de agosto de 1931 me encuentro con que el concejal de festejo D. José Torres Torres daba cuenta del programa de la fiesta del patrón San Bartolomé. De esa manera, la corporación organizaría con el pirotécnico de la localidad de Osuna, D. José Muñoz González, dos vistas de fuegos artificiales para los días 24 y 25 de agosto, en precios de 300 pesetas, siendo cuenta del ayuntamiento también el gasto de un operario, así como facilitar el local para la preparación de las piezas.
Se acuerda también entrar en
conversaciones con una compañía de zarzuela de la localidad vecina de Campillos para contratarla por
cuatro funciones a partir del 23 actual, facultándose al
señor alcalde y comisión de festejos pada disponer de lo necesario.
Por otro lado, se procedería a la instalación de
luces y allanamiento del terreno para mayor realce de la fiesta de San
Bartolomé, y, por último, aprobar el programa de festejos presentado, cuyo importe se abonaría en el capítulo de festejos referido.
Días más tarde, 22 de agosto, leo en un párrafo
cortito pero con un contenido que ya me saca de dudas de tratarse de una
feria o velada, y dice así: Seguidamente, se tomaron orientaciones sobre los
festejos a celebrar los días de feria. Esto fue el final de un pleno, ya que
con este manifiesto se levantó la sesión.
Por fin aparecía la palabra feria al uso de como la conocemos hoy: funciones de fuego
artificiales, funciones de zarzuela, instalación de alumbrados, etc. Así pues, lo que a principios del siglo XX aparecía como velada de San Bartolomé, décadas más tarde se transformaría en la Feria de San Bartolomé que iríamos viviendo con el paso de los años cada mes de agosto.
Un dato más: en el mes de
septiembre aparece una factura de 400 pesetas a favor de D. José Borrego
Nieto, con cargo al capítulo respectivo, por el alumbrado extraordinario durante
los días de feria.
Navahermosa, pedanía de Sierra de Yeguas
Tomando conciencia con esto de la España vaciada, y con todo mi cariño, quiero dedicar unos renglones a nuestra querida Navahermosa, nuestro Pueblecillo. Vaya por delante que con este llano de tierras fértiles y bien labradas, y toda su buena gente, más bien deberíamos reivindicar más lo nuestro, defender la vida en nuestros pueblos y hacer de ellos lugares todavía más acogedores, con más servicios, más reclamo para que nuestros jóvenes quieran quedarse aquí y emprender sus proyectos, y, cómo no, seguir atrayendo a emigrantes y extranjeros que, cansado de la ruidosa gran ciudad, un buen día, dieron con el nombre de nuestro querido pueblo y se instalaron aquí; bienvenidos todos, por cierto. Hagamos de los pueblos vacíos lugares de reencuentro, reclamos turísticos gracias a nuestra maravillosa historia y naturaleza, hogares de nuevas familias que encuentran en lo rural una vida compatible con los nuevos modos de vida, pero sin perder nuestras raíces, costumbres y valores que, de una u otra forma, a todos nos sostienen.
A Navahermosa
Serrano soy, no lo niego,
en Sierra de Yeguas he nacío,
pero vivo en Navahermosa
donde tengo mi plantío.
Aquí siembro lo que quiero
y lo cuido con cariño.
¿Qué quieres que te diga,
buen amigo?
Que este llano, con este cielo,
yo no lo cambio
por ningún otro terreno.
También tengo mi caballo,
mi caballito lucero,
y mi perrito salsero
que guardan el rancho mío,
rancho ahora vacío
de hombres, mujeres y niños
que buscan la algarabía, el bullicio
lejos de la tierra del llano mío.
A la iglesia de Sierra de Yeguas
Uno de esos días en los que mi hija Carmen se encontraba en el pueblo, en una de las visitas a la iglesia se encontró con unos conocido nuestros que se disponían a conocer nuestra parroquia, y se ofreció a acompañarles para enseñársela y servirles un poco de guía. Tras dicha visita le pedí a mi hija que me explicara, en plan poético, lo que le había contado a nuestros amigos:
Esbelta y vigilante
la blanca torre corona
siglos de historia serrana
sobre muros de piedra tosca.
¿Ves junto a la veleta
el nido pardo que asoma?
Es de una vieja cigüeña
que allí en lo alto mora.
Pero, entremos,
no te quedes fuera,
mira cuánto atesora:
altar majestuoso,
largas naves de bóvedas,
en la entrada un amplio coro
con sus luces y sombras.
Dorados retablos
de nobles maderas decoran
capillas de Cristos y santos
para los que entran y oran.
¿Y qué me dices de las Vírgenes
con su cara dolorosa,
que hacen llorar al más recio
y temblar a la piadosa?
De los artistas de ensueño,
de la gubia de sus manos,
nacieron para quedarse todas
en el corazón de los serranos.
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